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El Ciego de Nacimiento. Día 30 IV Domingo de Cuaresma Nos presenta la Iglesia, por la pluma --original siempre-- de san Juan, este momento de la vida de Nuestro Señor, que debemos agradecer por las …Más
El Ciego de Nacimiento.

Día 30 IV Domingo de Cuaresma

Nos presenta la Iglesia, por la pluma --original siempre-- de san Juan, este momento de la vida de Nuestro Señor, que debemos agradecer por las enseñanzas tan oportunas que nos ofrece para nuestros días. Ni pecó éste ni sus padres, sino que eso ha ocurrido para que las obras de Dios se manifiesten en él, responde Jesús. Tremenda lección la que condensa el Maestro en esta frase, respondiendo a los Apóstoles, que reducen la lógica de Dios a la nuestra. Nos conviene ser humildes y reconocer nuestra condición limitada, dispuestos a aceptar y acoger, aunque no lo entendamos en ocasiones, lo que sucede porque Dios así lo quiere o lo consiente. Parece necesario, para reconocer expresamente la grandeza, bondad y majestad divina: Dios, Señor nuestro y Señor de la Historia, gobierna el mundo con poder y amor providentes. El hombre, por su parte, así como tiene capacidad para emitir juicios acerca del valor de las situaciones que le toca vivir, también tiene capacidad para descubrir a su Señor, como dueño absoluto de cuanto sucede, sin límite de poder y perfección. Nuestro Dios es absolutamente sabio y poderoso frente a la limitación que el hombre descubre y reconoce en sí mismo. Tal vez por esto, los apóstoles del Señor, acostumbrados a los propios defectos y errores y a los de los demás, tratan de descubrir una causa culpable que justifique razonablemente, desde su punto de vista, lo que piensan que es una absoluta desgracia en aquel hombre. Sólo son capaces de entender como bueno y malo lo que así aparece a su limitada inteligencia. La ceguera de nacimiento sería claramente mala y, por lo tanto, reclama un culpable.