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Lavatorio de los Pies. El lavatorio de los pies Es evidente que Jesús quiere dejar claro el valor de la humildad, del servicio y la necesidad de la purificación para acceder a la Eucaristía "Y mientras …Más
Lavatorio de los Pies.

El lavatorio de los pies
Es evidente que Jesús quiere dejar claro el valor de la humildad, del servicio y la necesidad de la purificación para acceder a la Eucaristía

"Y mientras celebraban la cena, cuando el diablo ya había sugerido en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, que lo entregara, como Jesús sabía que todo lo había puesto el Padre en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía"(Jn) Este es el contraste: la libertad que no quiere amar y la libertad que se da sin tasa. La conciencia que Cristo tiene de su misión es total. Él sabe su origen como Hijo engendrado eternamente por el Padre e Hijo de los hombres, cabeza de toda la humanidad, y sabe que su camino de vuelta al Padre pasa por medio del dolor y del amor, del servicio como Siervo doliente que ama consiguiendo el perdón.

El ambiente es religioso y solemne. Todos miran a Jesús que hace un signo sorprendente: lavar los pies de los discípulos.

Jesús "se levantó de la cena, se quitó el manto, tomó una toalla y se la ciñó. Después echó agua en una jofaina y empezó a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido"(Jn). Momentos antes los discípulos discutían "sobre cuál era el mayor"; no parece una discusión para situarse más arriba unos que otros, sino para estar más cerca del Maestro. Le querían mucho y le conocían bien. Se daban cuenta de que quería decirles muchas cosas y también de que era muy sensible a su cariño. Con el trato, el respeto había aumentado, pero también el amor. Quieren estar cerca del Señor y se establece una rivalidad amistosa.

Por fin se sientan y se acomodan más o menos a gusto. Y entonces Jesús les muestra el mejor modo de querer. El orden de la caridad va a ser muy distinto del modo anterior. Jesús ama sirviendo; y, sirve como lo hace un esclavo a sus señores. La sorpresa debió ser grande, y es precisamente Pedro quien manifiesta el estupor general. Su temperamento y su amor apasionado a Jesús aparecen de nuevo: "Señor, ¿tú me vas a lavar a mí los pies?"(Jn). Pedro comprende de manera particular lo profundo de la humillación del Señor, y se rebela, no la acepta. Pedro percibe la distancia entre un pecador como él y Jesús. Por eso le cuesta comprender que Jesús se humille tanto.

Es evidente que Jesús quiere revelar el valor de la humildad, del servicio y la necesidad de la purificación para acceder a la Eucaristía. Pero no se trata de una lección más de las muchas que han recibido; se trata de una nueva revelación de la intimidad de Dios. Quiere manifestarse como el Siervo de Yavé que purifica los pecados de todos por la vía del dolor, como dice Isaías. Pedro sabe que Dios es Amor, pero ver de rodillas el amor humilde de Dios, le parece demasiado. Pedro ama a Jesús y sabe que el Señor también le ama, pero es consciente de la distancia entre ambos. Tanto el amor de Pedro como el de Jesús son entrega, pensar en el otro, querer el bien del otro, pero en Jesús,"el mayor sirve al menor", hasta el extremo de que Dios sirve al hombre, incluso al hombre sucio por el pecado, es decir, al hombre que no le ama. Esa es la diferencia y a Pedro le cuesta aceptarla; se resiste.

Reproducido con permiso del Autor,

Enrique Cases, Tres años con Jesús, Ediciones internacionales universitarias
Germen
Felicidades a todos mis hermanos sacedotes en este día en que conmemoramos la Institución de la Eucaristía y del Sacerdocio. Oramos unos por otros.
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