sábado, 11 de mayo de 2024

NOVENA EN HONOR Y GLORIA DEL ESPÍRITU SANTO.

 


Que podrá rezarse en cualquier tiempo del año, principalmente en la octava de Pentecostés, o antes de emprender algún negocio de trascendencia, y también para alcanzar de Dios el remedio en alguna vicisitud. Su contenido en su mayor parte, está extractado de la obra del ABATE GAUME sobre el Espíritu Santo y ordenado por un sacerdote del Arzobispado de México, y Profesor del Seminario.

Gobierno Eclesiástico del Arzobispado de México. — México, 7 de Abril de 1903. —Concedemos ochenta días de indulgencias a todos los fieles de nuestra Diócesis, por cada día que, con las disposiciones debidas, recen la Novena al Espíritu Santo, presentada a este Gobierno Eclesiástico para su censura y aprobación por el Sr. Pbro. Dr. D. Manuel Estraguez. El Hmo. Señor Arzobispo así lo decretó, y de ello doy fe. —Gerardo M. Herrera, Secretario.

DECRETO DEL PAPA LEON XIII

Sobre la novena del Espíritu Santo.

Decretamos y mandamos que, por todo el orbe católico, en este y en los años sucesivos, se rece una novena antes de Pentecostés en todas las parroquias, y, si los ordinarios lo creyeran oportuno, en las demás iglesias y oratorios.

Indulgencias papales:

Concedemos a todos los que recen dicha novena, y pidiendo a Dios por nuestra intención, una indulgencia de siete años y siete cuarentenas, una vez al día; además, una indulgencia plenaria, en cualquier día de la Novena, en el día de Pentecostés o en alguno cualquiera de la Octava, con tal que se hayan recibido los Sacramentos de la Penitencia y Eucaristía, y se pida según nuestra intención.

Queremos, por otra parte, que todo los que estuvieren legítimamente impedidos de asistir a la Novena, o que se hallen en lugares donde, a juicio del ordinario, no se puede convenientemente practicar la Novena en alguna Iglesia, puedan ganar las mismas indulgencias, rezándola privadamente y con tal que se cumpla con las otras condiciones.

Por último: concedemos gustosa y perpetuamente, del Tesoro de la Iglesia, al que, durante la Octava de Pentecostés hasta la Dominica de Trinidad INCLUSIVE, ofreciere también, pública ó privadamente, algunas oraciones de su devoción, al Espíritu Santo, y cumpliere con las precitadas condiciones, que gane por segunda vez cada una de las indulgencias ya expresadas. Y concedemos, que las mismas indulgencias sean aplicables en sufragio de los difuntos.

LEON XIII PAPA.

De la Encíclica, publicada 9 de Mayo de 1897.

DEDICATORIA A NUESTRA MADRE SANTISIMA DE GUADALUPE

   ¡A Tí, celestial princesa, más graciosa y bella que todas las hijas de Sión! A Tí, Augusta Reina del Tepeyac, Emperatriz excelsa del Universo y tutelar soberana de este nuevo mundo, Esposa divina de Dios Espíritu Santo: Tú, que hiciste con este pueblo mexicano la mayor de las maravillas, al obsequiarle con tu mismísimo retrato en tu aparición portentosa al bendito Juan Diego, en cuyo prodigio creo y creeré hasta el postrer aliento de mi vida: á Tí, digo, y postrado con rendimiento ante tu soberana presencia, te ruego é imploro que te dignes bendecir este pequeño trabajo y que bondadosa lo aceptes como un pequeño tributo del amor filial que te profeso y en parcial recompensa de los mil favores que yo te debo.

   Bendice también, Madre mía Santísima, a todos aquellos que rezaren esta novena con piadoso y devoto espíritu, y alcánzales de tu divino Esposo Dios Espíritu Santo, las gracias que por tu intercesión le pidieren; y haz, Señora, que se aumente la devoción, hoy día tan decaída, hacia la tercera persona de la Trinidad Santísima, para que triunfe la fe, y la sociedad actual se vea libre de los males que la amenazan, con la impiedad y malicia de los descreídos y las falsas teorías del siglo en que vivimos. Así sea.

Acto de contrición, ofrecimiento, himno y oración. (Para todos los días).

   Creo en Dios Padre, mi Creador; creo en Dios Hijo, mi Redentor; creo en Dios Espíritu Santo, mi Salvador: tres personas distintas y un solo Dios, verdadero: en Él espero como verdad infalible en sus promesas; a Él amo como a la suma bondad, más que a todas las cosas y criaturas y me pesa de todo corazón de haberle ofendido; no sólo por ser tan bueno, sino también por su justicia, y por el temor del infierno y de perder el cielo. Así ofrezco a mi Dios todo cuanto en mi vida hiciere y padeciere en satisfacción de mis culpas. A Vos, oh Espíritu Santo, dispensador de todas las gracias, una os pido ahora en particular, que es: la de hacer como debo y quiero esta santa Novena, que a honra y gloria vuestra dedico, a la de la Agustísima Trinidad y de vuestra divina Esposa, la Inmaculada Virgen María, y pido en ella el aumento de vuestro culto; por la intención del Romano Pontífice, por su salud y prosperidad y por la de los demás Obispos, sacerdotes y fieles; por el triunfo de la fe católica, conversión de los infieles herejes y pecadores; por la salud de los enfermos, redención de los cautivos, alivio de las almas del purgatorio y por el bien espiritual y temporal de todos mis deudos, bienhechores, amigos y enemigos; por la prosperidad y acierto de los gobernantes y por todos los demás fines que pide la Santa Iglesia. Amén.

HIMNO SAGRADO (para todos los días).

Venid, ¡oh Santo Espíritu!

y desde el cielo enviadnos,

con su fulgor espléndido

un rayo abrasador.

 

¡Oh Padre de los míseros!

dispensador de bienes,

venid, y vuestras ráfagas

den luz al corazón.

 

Consolador magnánimo,

del alma dulce huésped,

sed Vos el refrigerio

que calme nuestro afán.

 

En las fatigas horridas

Vos sois nuestro descanso,

templáis las estaciones

y el llanto mitigáis.

 

¡Oh luz del cielo fúlgida!

llenad los corazones

de vuestros fieles siervos

con vivo resplandor.

 

Sin Vos ni somos átomos,

el hombre es ser impuro,

y nada en él existe

si no viene de Vos.

 

Regad todo lo árido,

purificad las manchas

y aquello que está enfermo,

sanad, Señor, sanad.

 

Doblad todo lo rígido,

calor dad a los hielos,

y lo que está desviado

dignaos enderezar.

 

A vuestros fieles súbditos,

que en vos tienen confianza,

el sacro septenario

de vuestros dones dad.

 

De la virtud el mérito,

de la salud la gracia,

de Vos tengamos todos,

y el goce perennal.

Amén. ¡Aleluya!

 

 

Venid, Espíritu Santo, llenad los corazones de vuestro amor.

Enviad, ¡oh Señor, vuestro Espíritu y renovaréis la faz de la tierra.

ORACIÓN

   ¡Oh Dios!, que habéis iluminado é instruido el corazón de los fieles con la luz del Espíritu Santo, haced, Señor, que en el mismo Espíritu sepamos siempre apreciar el bien y ser llenos de vuestros consuelos divinos, por Cristo Nuestro Señor. Amén.

CONSIDERACIÓN PARA EL PRIMER DÍA

Venid, Padre de los pobres.

PUNTO PRIMERO.

   Considera, alma piadosa, la tierna expresión de Padre con la que hoy invocamos a Dios Espíritu Santo. No hay atributo, dice un gran santo, que mejor corresponda a la bondad de Dios, que el llamarle Padre. Por eso, al dictarnos nuestro divino Maestro, la oración dominical, que es la más sublime que conocemos, comenzó por la palabra Padre, diciendo: PADRE NUESTRO QUE ESTAS EN LOS CIELOS, etc. etc. Así también, cuando Jesús, salud y vida nuestra, nos quiso dar a comprender la suma bondad y misericordia de Dios para con él pecador arrepentido, nos trazó la parábola del Hijo Pródigo. “¡Padre!”, le dijo aquél: “pequé delante del cielo y contra ti” y al instante le abrazó su padre, le vistió de gala y le dispuso un convite. ¡Ah! cuántos favores alcanzaría yo del Espíritu Santo, si lo invocara con fervor, con afecto de hijo y con un “¡pequé de corazón!”

PUNTO SEGUNDO.

   Considera luego, cómo la Santa Madre Iglesia invoca al Espíritu Santo con el título de PADRE DE LOS POBRES. Y en efecto: Dios Espíritu Santo es el Padre de los pobres pecadores: pobres de méritos, pobres de virtudes y miserables como yo. Pero mía es en verdad la culpa. Dios Espíritu Santo me había enriquecido con sus siete dones cuando recibí el Santo Bautismo, la Confirmación y otros sacramentos que me administró la Iglesia; mas todo lo he perdido por el pecado, me he desterrado a tierra extraña y entre enemigos, que me han despojado dejándome más andrajoso, pobre y miserable, que lo que otro tiempo, al Hijo Prodigo.

PUNTO TERCERO.

   Considera, en tercer lugar, cómo el Espíritu Santo es la síntesis del amor divino, puesto que procede del amor mutuo entre Dios Padre y Dios Hijo. Así es que no hay amor comparable con el amor del Espíritu Santo para con sus devotos, ya justos, ya pecadores arrepentidos: procura, pues, corresponderle de igual modo, volviendo amor por amor que es el lema de los que de verás se aman y corrígete por amor suyo, hasta de las faltas más leves.

ORACIÓN

   ¡Oh Dios Espíritu Santo, el más rico y bondadoso padre del hijo más ingrato y necesitado: yo soy aquel hijo sin entrañas, que desprecié vuestros dones y malversé la gracia que de Vos recibí en el Santo Bautismo! Yo desprecié vuestras caricias, desoí vuestras inspiraciones, me afilié en el bando de vuestros contrarios, y me he hecho indigno de vuestro amor. Pero vuelvo arrepentido, y aquí me tenéis a vuestros pies implorando el perdón de todas mis culpas. ¡Perdonadme, Padre mío! y derramad sobre mí la luz de vuestros dones para que conozca mis yerros, haga penitencia y no me aparte jamás de Vos. Amén.

—Se rezarán aquí tres Padrenuestros y Avemarías, en honor de la Santísima Trinidad.

—Tres veces Santo, Santo, Santo y divino Espíritu, Dios Inmortal.

—Y se responderá: Líbranos siempre de todo mal.

ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA.

   ¡Oh dulcísima María, Esposa del Espíritu Santo; Hija del Padre y Madre del Hijo, Reina soberana de los ángeles y de los hombres!, que siendo concebida en gracia y enriquecida con los dones de vuestro divino esposo, concebisteis a nuestro Redentor Jesucristo; os suplicamos que nos alcancéis el don de Sabiduría y el santo temor de Dios para que nunca le ofendamos, nos arrepintamos de nuestras culpas y le sirvamos fielmente hasta la hora postrera. Amén.

—Se reza una Salve, tres Avemarías y Gloria.

Jaculatoria:

V-— ¡Oh María concebida sin pecado!

R. —¡Rogad por nosotros que recurrimos a Vos!

VENI CREATOR

HIMNO POR: MONSEÑOR GAUME

Ven, Creador Espíritu,

Visita nuestras almas,

Llenando a tus criaturas

De gracia celestial.

Consolador benéfico,

Del Altísimo dádiva,

Viva fuente, amor, fuego,

Y unción espiritual.

De la paterna mano

Promesa soberana,

Los labios enriqueces

Con ciencia de verdad.

Ilustra los sentidos,

De amor el pecho inflama,

Fortaleciendo el cuerpo

Con virtud perennal.

Ahuyenta al enemigo

Y paz infunde al alma:

Siendo Tú nuestro guía

Huiremos todo mal.

Logremos por ti al Padre

Y al Hijo venerar

Y a ti, de ambos Espíritu,

Creer en toda edad.

A Dios Padre la gloria

Y al Hijo sea dada,

Y al Paráclito Espíritu

Por Una eternidad. —Amén.

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

martes, 30 de abril de 2024

NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LA BALA.

 


Novena compuesta por el padre Eusebio Bala, devoto de esta advocación mariana, e impresa en Ciudad de México por doña María Fernández de Jauregui en 1810.

COMENZAMOS: 29 de abril.

FINALIZAMOS: 7 de mayo.

FESTIVIDAD: 8 de mayo. 

PIADOSA NOVENA A LA SANTÍSIMA VIRGEN DE LA BALA   

Por la señal de la santa Cruz; de nuestros enemigos líbranos, Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

   Señor mío Jesucristo, que para darme a conocer el infinito amor que me tienes, quisiste darme por Madre a María Santísima en el monte Calvario, en medio de tus mayores congojas y agonías: confieso, Señor, que es la mayor fineza que he recibido de tu dulcísimo corazón, y a la que debía vivir reconocido; pero ay de mi cuando veo lo ingrato que he sido y lo olvidado que he vivido a esta tan grande beneficio, ofendiéndote con tantas culpas, las detesto Señor, y, las aborrezco por las ofensas de tu infinita bondad, y me pesa en el alma de haberos ofendido, por ser quien sois, propongo con tu divina gracia la enmienda de mi vida, y morir antes que volverte a ofender; espero el perdón de todos mis pecados, el que te pido por tu sangre preciosa, y por las amarguras que María Santísima tuvo en el monte Calvario, y en su tristísima soledad. Amén.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

   Dios te salve, Madre mía, María Santísima de la Bala, que para manifestarnos que sois la nube prodigiosa que defiendes a los mortales de la ira de Dios irritada por nuestras culpas, tolerasteis vos el fiero golpe de una bala, la que quedo a tus plantas para perpetua memoria de tu amor y piedad, pues quien devoto te busca, encuentra en ti la vida, como la halló a aquella mujer que a tu presencia resucitó luego que entrasteis en el hospital de San Lázaro: yo te suplico, Señora, presentes tus poderosos ruegos ante el Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo, para que defienda a la Iglesia santa de todos los enemigos que la persiguen; dé consuelo a nuestro sumo Pontífice, acierto a nuestro Ilustre Prelado, libertad a muestro Católico Monarca, fortaleza y esfuerzo a los que pelean en defensa de nuestra santa fe, resucitéis a la vida la gracia a los que están muertos por la culpa, y a todos nos conceda el vínculo precioso de la paz para que unidos con la caridad amemos y sirvamos al que nos dio por Madre, para gozarle eternamente. Amén.

—Aquí se reza un Credo a la Santísima Trinidad, y cinco Ave Marías al Dulcísimo Nombre de MARÍA.


DÍA PRIMERO – 29 DE ABRIL

   Oh Virgen Santísima Señora nuestra, tú sola, aunque pura criatura, fuisteis adornada con la plenitud de los Dones de tu divino Esposo, el Espíritu Santo, y a ti te concedió con eminencia el de Sabiduría, pues en ti descansó la increada que es el Verbo, por lo que con la Iglesia te llamamos asiento de la Sabiduría: yo te suplico, Señora, me concedas el favor que te pido en esta novena; y también el precioso don de Sabiduría, para que conociendo a Dios nuestro Señor, y amándole en esta vida consiga gozarle eternamente. Amén.

—Aquí se hace la petición, y se reza la Letanía de Nuestra Señora.

Señor,     ten piedad de nosotros.

Cristo,     ten piedad de nosotros.

 

Señor,       ten piedad de nosotros.

Cristo,      óyenos.                  

Cristo,      escúchanos.         

 

Dios Padre Celestial.                                      Ten piedad de nosotros.

          

Dios Hijo Redentor del Mundo                      Ten piedad de nosotros.

Dios Espíritu Santo.                                       Ten piedad de nosotros.

Santa Trinidad, un solo Dios.                         Ten piedad de nosotros.

 

Santa María                                                  Ruega por nosotros

                                                 (se dice en cada advocación)

 

Santa Madre de Dios,                                       

Santa Virgen de las vírgenes,

Madre de Cristo,

Madre de la Iglesia,

Madre de la divina gracia,

Madre purísima,

Madre castísima,

Madre inviolada,

Madre siempre virgen,

Madre inmaculada,

Madre amable,

Madre admirable,

Madre del buen consejo,

Madre del Creador,

Madre del Salvador,

Virgen prudentísima,

Virgen venerable,

Virgen digna de veneración,

Virgen digna de alabanza,

Virgen poderosa,

Virgen clemente,

Virgen fiel,

Esclava del Señor,

Espejo de justicia,

Trono de sabiduría,

Causa de nuestra alegría,

Vaso espiritual,

Vaso honorable,

Vaso insigne de devoción,

Rosa mística,

Torre de David.

Torre de marfil,

Casa de oro,

Arca de la alianza,

Puerta del cielo.

Estrella de la mañana,

Salud de los enfermos,

Refugio de los pecadores,

Consuelo de los afligidos,

Auxilio de los cristianos,

Reina de los Ángeles,

Reina de los Patriarcas,

Reina de los Profetas,

Reina de los Apóstoles,

Reina de los Mártires,

Reina de los Confesores,

Reina de las Vírgenes,

Reina de todos los santos,

Reina concebida sin mancha original,

Reina asunta a los cielos,

Reina del Santísimo Rosario,

Reina de la familia,

Reina de la paz,

 

 

Cordero de Dios, que quitas los pecado del mundo.       Perdónanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas los pecado del mundo.       Escúchanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas los pecado del mundo.       Ten piedad de Nosotros.  

                              

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,

Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

 

OREMOS:

   Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo; y por la intercesión gloriosa de Santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo y concédenos gozar de la eterna alegría del cielo. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

GOZOS   

Pues se ve tan irritada

Ya la justicia de Dios,

Virgen Santa de la Bala,

Ruega Señora por nos.

       

Cuando el hombre le tiró

A su mujer el balazo,

Por vuestro divino brazo,

La misma, iba la torció,

Y a tus plantas se quedó,

Por patrocinio de vos.

Virgen Santa de la Bala,

Ruega Señora por nos.

   

Tres veces fuiste rifada,

Y en todas tres sucedió

Que a este Hospital se inclinó

Vuestra Pureza sagrada,

Y en elegirlo morada,

Se ve el grande amor de vos.

Virgen Santa de la Bala,

Ruega Señora por nos.

    

Cuando entraste conducida

En este Hospital, Señora,

Te mostraste como aurora

Dando a una muerta la vida

Mostrando que en tu venida

Venía el remedio con vos.

Virgen Santa de la Bala,

Ruega Señora por nos.

   

Pues Reina de cielo y tierra,

Y abogada sois del Mundo,

Y tu nombre sin segundo

A los demonios aterra,

Tengan victoria en la guerra

Ya los cristianos por vos.

Virgen Santa de la Bala,

Ruega Señora por nos.

   

Pues nos hemos alistado

Debajo de tu estandarte,

Líbranos de Bonaparte

También de todo pecado,

No quedando un obstinado

Sin que se convierta a Dios.

Virgen Santa de la Bala,

Ruega Señora por nos.

   

Al Pontífice Romano

Que entre enemigos se ve,

Rogamos, Señora, que

Lo libres de ese tirano;

Y defienda vuestra mano

Toda la Iglesia de Dios.

Virgen Santa de la Bala,

Ruega Señora por nos.

   

Por el Séptimo Fernando,

Que es nuestro benigno Rey,

También por toda la grey

Pues todos te están amando,

Te pedimos suspirando

que los ampares por Dios.

Virgen Santa de la Bala,

Ruega Señora por nos.

   

Por nuestro Ilustre Pastor,

Y también por su Excelencia,

Pedimos a tu clemencia,

Que los mires con amor,

Que a tanto llega su ardor

Que quieren morir por Dios.

Virgen Santa de la Bala,

Ruega Señora por nos.

  

Gran Señora, es vuestro anhelo

El favorecer al mundo,

Pues tu poder sin segundo

A todos les da consuelo,

Con grande confianza apelo

Y recurrimos a vos.

Virgen Santa de la Bala,

Ruega Señora por nos.

  

Lleguemos a merecerte

Que seas nuestra intercesora,

Madre dulcísima ahora

Y en la hora de nuestra muerte,

Para poder ir a verte

En el Empíreo con Dios.

Virgen Santa de la Bala,

Ruega Señora por nos.

    

Amén Divina María,

Amén estrella del mar,

Pues tu hermosura sin par

Nos ampara noche y día,

Y pues eres norte y guía,

Llévanos a ver a Dios.

Virgen Santa de la Bala,

Ruega Señora por nos.

  

Pues se ve tan irritada

Ya la justicia de Dios,

Virgen Santa de la Bala,

Ruega Señora por nos.

ORACIÓN A SAN LÁZARO

   Gloriosísimo Mártir de Cristo San Lázaro, que habiéndote Dios destinado para Apóstol y primer Pastor de la Ciudad de Marsella, y en ella consiguió tu ardiente celo convertir a tantas almas a la fe de Jesucristo, y en menos de un año estableciste la Religión cristiana, y no temiendo las amenazas del Procónsul Tirano, toleraste ser despedazado con látigos, atravesado con flechas, y que te cortaran la cabeza, con lo que diste gustoso la vida por la fe de Jesucristo; y pues sé lo mucho que puedes con Dios, te suplico te intereses con su Majestad para que por los ardores que tu cuerpo sintió cuando fue abrasado con las planchas ardiendo que en él te aplicaron, les concedas a los pobres enfermos alivio y tolerancia en sus ardores, salud y gracia a los bienhechores del Hospital, y a todos nosotros la fortaleza necesaria, con la que despreciando los bienes de la tierra, estemos prontos a dar mil vidas antes que faltar a lo que prometimos en el santo Bautismo, que es guardar la fe y creencia de todos los Misterios que nos ha revelado, y por este medio consigamos amarle y servirle en esta vida, para después gozarle en la otra. Amén.

—Padre nuestro y Ave María.

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.