ORACIONES POR LAS BENDITAS ANIMAS DEL PURGATORIO (tradicionales)

Ayudemos a las benditas Ánimas del Purgatorio, ya sean de nuestros parientes o desconocidos: por toda la eternidad nos lo agradecerán.
Con este bello título se dio a conocer a Santa Brígida la misma reina de los cielos.
Ego sum ‒dijo– Mater omnium qui sunt in Purgatorio: quia omnes pœnæ quæ debentur purgandis, propter preces meas mitigantur” (revel. 1. 4, c. 138): “Yo soy la madre de todos los que están en el Purgatorio, porque mis súplicas alivian sus penas”.

*¡Oh Jesús Dulcísimo! Por el sudor de sangre que derramaste en el Huerto de Getsemaní, ten piedad de las Bienaventuradas Almas del Purgatorio.
¡Oh Jesús Dulcísimo! Por los terribles dolores que sufriste en tu cruel flagelación, ten piedad de estas almas.
¡Oh Jesús Dulcísimo! Por los terribles dolores que te causaron en tu coronación de espinas, ten piedad de estas almas.
¡Oh Jesús Dulcísimo! Por los dolores que sufriste al llevar la Cruz hasta el Calvario, ten piedad de estas almas.
¡Oh Jesús Dulcísimo! Por los dolores que sufriste en tu cruelísima crucifixión, ten piedad de estas almas.
¡Oh Jesús Dulcísimo! Por los dolores que sentiste en tu amarguísima agonía, clavado en el madero de la Cruz, ten piedad de estas almas.
¡Oh Jesús Dulcísimo! Por el inmenso dolor que sufriste al entregar tu Alma Santísima, ten piedad de estas almas.
Amén.
San Alfonso María de Ligorio (1696-1787)

LETANIAS A LA VIRGEN DE MONTLIGEON

LETANÍAS
DE
NUESTRA SEÑORA DE MONTLIGEON
EN FAVOR DE LAS ALMAS ABANDONADAS DEL PURGATORIO


Señor, tened piedad de las almas abandonadas.
Cristo; tened piedad de las almas abandonadas.
Señor, tened piedad de las almas abandonadas.

Cristo, oídnos.
Cristo, escuchadnos.

María, hija del Eterno Padre R/: socorred a las almas abandonadas.
María, madre del Redentor de los hombres,
María, templo del Espíritu Santo,
María, Escogida por Dios desde eternidad,
María, anunciada por los profetas,
María, aurora del Sol de Justicia,
María, exenta de la maldición que pesa sobre el género humano,
María, concebida sin pecado,
María, sobre quien no tuvo poder el demonio,
María, llena de gracia,
María, la más pura de las vírgenes,
María, la más santa de las esposas,
María, modelo de fe y humildad,
María, modelo de la vida interior,
María, modelo de sumisión a la voluntad de Dios,
María, modelo de todas las virtudes,
María gloria de la humanidad,
Virgen, saludada por el Ángel Gabriel,
Virgen, digna de alabanza,
Virgen, bendita entre todas las mujeres,
Virgen, que todas las naciones proclaman bienaventurada,
Virgen, en quien se encarnó el Verbo Eterno,
Virgen, a quien un Dios se sometió,
María, que substrajisteis el Niño Jesús del furor de Herodes,
María, que participaste de los sufrimientos del Salvador del Mundo,

María, que seguisteis a Jesucristo hasta el Calvario,

María, que sacrificasteis vuestro Hijo por nuestra salvación,
María, cuyo corazón fue traspasado con la espada de dolor,
María, cuyo cuerpo estuvo libre de corrupción
María, a quien Jesucristo revistió su gloria,
María, cuyo trono está al lado del Jesús,
María, Reina de los Ángeles,
María, Reina de todos los Santos,
María, Reina del Cielo y de la Tierra
María, terror de los demonios,
María, que coronáis á los elegidos,
María, dispensadora de las gracias divinas,
María, prenda de salvación para los que os invocan;
María, cuyo nombre inspira confianza
María, cuya mano bendice siempre,
María, imagen del Corazón de Jesús,
Virgen misericordiosa
Mediadora de. paz entre Dios y los hombres.
Arbitro de nuestra suerte,
Fuente de vida,
Puerta del Cielo,
Fortaleza de los débiles,
Providencia de tos desgraciados,
Consuelo de los afligidos,
Guía de los que buscan al Señor,
Asilo de los huérfanos,
Puerto de los náufragos,
Refugio de los pecadores,
Auxilio de los moribundos,
Esperanza de los desamparados,
María, que os anticipáis a nuestras necesidades,
María, que no despreciáis a nadie,
María, a quien jamás se invoca en vano,
María, mensajera de los Cielos,
Nuestra Señora del Purgatorio,
Nuestra Señora de Móntligeon,

Cordero de Dios... perdonad a las almas abandonadas.
Cordero de Dios... oíd nuestras oraciones, en favor de las almas abandonadas.

Cordero de Dios... tened piedad de las almas abandonadas.

Cristo oídnos.
Cristo escuchadnos.

L/: Santa madre de Dios, ayudad a las almas del Purgatorio.
R/:
Para que sean dignas de las pro mesas de Jesucristo.

ORACIÓN
Oh Dios, criador y Redentor. del mundo, remitid los pecados de vuestros siervos y siervas que la indiferencia de los hombres detiene en el Purgatorio; puedan nuestras satisfacciones darles la libertad que tanto desean.

Señor, que castigáis con sentimiento y nos mandáis rogar por aquellos que amáis, abrid las puertas del cielo a las almas que han salido de este mundo, y dadles la posesión del descanso y de la eterna felicidad. Os lo pedimos por la intercesión de vuestra Santísima Madre y de todos los santos. Así sea.

ORACIÓN PARA EL RESCATE DE LAS ALMAS ABANDONADAS DEL PURGATORIO
¡Oh gloriosa Virgen María! Apiadaos de las santas almas temporalmente en el fuego del Purgatorio, detenidas, lejos de Dios y de Vos, que sois la Madre toda misericordiosa: romped sus cadenas y libradlas del abismo donde gimen, anhelosas de su patria celestial, y suspirando por el momento feliz de su unión definitiva con Dios, que ardientemente desea su corazón. En particular, apiadaos de las almas abandonadas. Os rogamos para ellas muy especialmente. Oh Madre de bondad, dignaos aceptar y acceder a nuestros votos, os lo suplicamos, Oh María, reunidos a todos en el cielo, cerca de Nuestro Señor Jesucristo, vuestro Hijo adorable, que vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

(300 días de indulgencias. Breve del 10 de febrero, 1905)

ORACIÓN DE SAN AGUSTÍN POR LAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO

LATÍN
Dulcíssime Jesu mi, qui pro redemptióne mundi voluísti nasci, circúmcidi, a Judǽis reprobári, a Juda traditóre ósculo tradi, vínculis alligári, sicut agnus ínnocens ad víctimam duci, atque conspéctibus Ánnæ, Cáiphæ, Piláti, et Heródis indecénter ófferri, a falsis téstibus accusári, flagéllis et oppróbriis vexári, sputis cónspui, spinis coronári, coláphis cædi, arúndine percúti, fácie velári, véstibus éxui, cruci clávibus affígi, in cruce levári, inter latrónes deputári, felle et acéto potári, et láncea vulnerári: tu Dómine, per has sanctíssimas pœnas tuas, quas ego indígnus recólo, et per sanctam crucem et mortem tuam líbera ánimis Purgatórii a pœnis, et perduc eam ad réquies sanctam Glóriam, ac líbera me (et hunc fámulum tuum N. agonizántem) a pœnis inférni, et perdúcere dignéris, quo perduxísti latrónem tecum crucifíxum; qui cum Patre et Spíritu Sancto vivis et regnas Deus per ómnia sǽcula sæculórum. Amen.

TRADUCCIÓN
Dulcísimo Jesús mío, que para redimir al mundo quisisteis nacer, ser circuncidado, desechado de los judíos, entregado con el beso de Judas, atado con cordeles, llevado al suplicio, como inocente cordero; presentado ante Anás, Caifás, Pilatos y Herodes; escupido y acusado con falsos testigos; abofeteado, cargado de oprobios, desgarrado con azotes, coronado de espinas, golpeado con la caña, cubierto el Rostro con una púrpura por burla; desnudado afrentosamente, clavado en la Cruz y levantado en ella, puesto entre ladrones, como uno de ellos, dándoos a beber hiel y vinagres y herido el costado con la lanza. Librad, Señor, por tantos y tan acerbísimos dolores como habéis padecido por nosotros, a las almas del Purgatorio de las penas en que están; llevadlas a descansar a vuestra santísima Gloria, y salvadnos (y a este siervo N. agonizante), por los méritos de vuestra sagrada Pasión y por vuestra muerte de Cruz, de las penas del infierno para que seamos dignos de entrar en la posesión de aquel Reino, adonde llevasteis al buen ladrón, que fue crucificado con Vos, que vivís y reináis con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

SÚPLICAS A JESÚS NAZARENO POR LAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO

OCHO SÚPLICAS A NUESTRO PADRE JESÚS POR LAS ALMAS BENDITAS DEL PURGATORIO

Tomado del Devoto del Purgatorio,
Por el R. P. Antonio Donadoni de la Compañía de Jesús
México D.F. 1951

I

Oh piadosísimo Jesús mío! Por aquel sudor de sangre que padeciste en el huerto de Getsemaní, apiádate de la Benditas Almas del Purgatorio, y en particular de aquellas que fueron más devotas del misterio de la Santísima Trinidad.
Pater, Ave, Requiem.

II
Oh piadosísimo Jesús mío! Por los cruelísimos tormentos que padeciste en el misterio de los azotes, apiádate de las Ánimas Benditas, y en particular de aquellas que fueron más devotas de tu Preciosísima Sangre. ¡Oh Padre amantísimo! Ten piedad de ellas.
Pater, Ave, Requiem.

III
Oh piadosísimo Jesús mío! Por los dolores intensos que sufriste en tu penosísima coronación de espinas, apiádate de las Ánimas Benditas, y en particular de aquellas que fueron más devotas de tu Divino Corazón. ¡Oh Padre amantísimo! Ten piedad de ellas.
Pater, Ave, Requiem.

IV
Oh piadosísimo Jesús mío! Por las angustias que sufriste al subir cargando con la Cruz por el camino del Calvario, apiádate de la Ánimas Benditas, y en partículas de aquellas que están por salir de tan triste y dura cárcel. ¡Oh Padre amantísimo! Ten piedad de ellas.
Pater, Ave, Requiem

V
Oh piadosísimo Jesús mío! Por los desmayos que sufriste en tu cruelísima crucifixión, apiádate de las Ánimas Benditas, y en particular de aquellas que fueron más devotas de tu Santísima Madre. ¡Oh Padre amantísimo! Ten piedad de ellas.
Pater, Ave, Requiem.

VI
Oh piadosísimo Jesús mío! Por las penas que padeciste en la Cruz durante las tres horas de tu amarguísima agonía, apiádate de la Benditas Ánimas y en particular de aquellas que se hallan más abandonadas de sufragios. ¡Oh Padre amantísimo! Ten piedad de ellas.
Pater, Ave, Requiem.

VII
Oh piadosísimo Jesús mío! Por el intenso dolor que padeciste cuanto tu alma se separó del cuerpo, apiádate de la Benditas Ánimas, y en particular de aquellas que fueron más devotas de Dolorosísima Pasión. ¡Oh Padre amantísimo! Ten piedad de ellas.
Pater, Ave, Requiem.

VIII
Oh piadosísimo Jesús mío! Por los vivísimos dolores y angustias mortales que sufrió tu Santísima Madre al pie de la Cruz durante tus agonías, apiádate de las Benditas Ánimas, y en particular de aquellas por la cuales tengo más obligación de orar. ¡Oh Padre amantísimo! Ten piedad de ellas.
Pater, Ave, Requiem.

L/: Señor, atiende mi oración.
R/:
Y mis clamores lleguen hasta Ti.

OREMOS: Señor Dios, Criador y Redentor de todos tus fieles: concede a las almas de tus siervos el perdón de todos sus pecados, a fin de que por nuestros piadosos ruegos alcancen de Ti la indulgencia que siempre desearon. Hazlo, Señor Jesucristo, Tú que vives y reinas con Dios Padre y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

ORACIÓN A SAN NICOLÁS DE TOLENTINO

¡Oh glorioso Taumaturgo y Protector de las almas del purgatorio, San Nicolás de Tolentino! Con todo el afecto de mi alma te ruego que interpongas tu poderosa intercesión en favor de esas almas benditas, consiguiendo de la divina clemencia la condonación de todos sus delitos y sus penas, para que saliendo de aquella tenebrosa cárcel de dolores, vayan a gozar en el cielo de la visión beatífica de Dios. Y a mi, tu devoto siervo, alcánzame, ¡oh gran santo!, la más viva compasión y la más ardiente caridad hacia aquellas almas queridas. Amén

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ORACIÓN DE SAN AGUSTÍN
POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO

Dulcísimo Jesús mío, que para redimir al mundo quisisteis nacer, ser circuncidado, desechado de los judíos, entregado con el beso de Judas, atado con cordeles, llevado al suplicio, como inocente cordero; presentado ante Anás, Caifás, Pilato y Herodes; escupido y acusado con falsos testigos; abofeteado, cargado de oprobios, desgarrado con azotes, coronado de espinas, golpeado con la caña, cubierto el rostro con una púrpura por burla; desnudado afrentosamente, clavado en la cruz y levantado en ella, puesto entre ladrones, como uno de ellos, dándoos a beber hiel y vinagres y herido el costado con la lanza. Librad, Señor, por tantos y tan acerbísimos dolores como habéis padecido por nosotros, a las almas del Purgatorio de las penas en que están; llevadlas a descansar a vuestra santísima Gloria, y salvadnos, por los méritos de vuestra sagrada Pasión y por vuestra muerte de cruz, de las penas del infierno para que seamos dignos de entrar en la posesión de aquel Reino, adonde llevasteis al buen ladrón, que fue crucificado con Vos, que vivís y reináis con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

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ORACIÓN PARA LAS ALMAS DEL PURGATORIO
Dios omnipotente, Padre de bondad y de misericordia, apiadaos de las benditas almas del Purgatorio y ayudad a mis queridos padres y antepasados.
A cada invocación se contesta: ¡Jesús mío, misericordia!
Ayudad a mis hermanos y parientes.
Ayudad a todos mis bienhechores espirituales y temporales.
Ayudad a los que han sido mis amigos y súbditos.
Ayudad a cuantos debo amor y oración.
Ayudad a cuantos he perjudicado y dañado.
Ayudad a los que han faltado contra mí.
Ayudad a aquellos a quienes profesáis predilección.
Ayudad a los que están más próximos a la unión con Vos.
Ayudad a los que os desean más ardientemente.
Ayudad a los que sufren más.
Ayudad a los que están más lejos de su liberación.
Ayudad a los que menos auxilio reciben.
Ayudad a los que más méritos tienen por la Iglesia.
Ayudad a los que fueron ricos aquí, y allí son los más pobres.
Ayudad a los poderosos, que ahora son como viles siervos.
Ayudad a los ciegos que ahora reconocen su ceguera.
Ayudad a los vanidosos que malgastaron su tiempo.
Ayudad a los pobres que no buscaron las riquezas divinas.
Ayudad a los tibios que muy poca oración han hecho.
Ayudad a los perezosos que han descuidado tantas obras buenas.
Ayudad a los de poca fe que descuidaron los santos Sacramentos.
Ayudad a los reincidentes que sólo por un milagro de la gracia se han salvado.
Ayudad a los padres que no vigilaron bien a sus hijos.
Ayudad a los superiores poco atentos a la salvación de sus súbditos.
Ayudad a los pobres hombres, que casi sólo se preocuparon del dinero y del placer.
Ayudad a los de espíritu mundano que no aprovecharon sus riquezas o talentos para el cielo.
Ayudad a los necios, que vieron morir a tantos no acordándose de su propia muerte.
Ayudad a los que no dispusieron a tiempo de su casa, estando completamente desprevenidos para el viaje más importante.
Ayudad a los que juzgaréis tanto más severamente, cuánto más les fue confiado.
Ayudad a los pontífices, reyes y príncipes.
Ayudad a los obispos y sus consejeros. Ayudad a mis maestros y pastores de almas.
Ayudad a los finados sacerdotes de esta diócesis.
Ayudad a los sacerdotes y religiosos de la Iglesia católica.
Ayudad a los defensores de la santa fe.
Ayudad a los caídos en los campos de batalla.
Ayudad a los sepultados en los mares.
Ayudad a los muertos repentinamente.
Ayudad a los fallecidos sin recibir los santos sacramentos.
V. Dadles, Señor, a todas las almas el descanso eterno.
R. Y haced lucir sobre ellas vuestra eterna luz.
V. Que en paz descansen.
R. Amén.

***CIEN RÉQUIEM 100 requiems

MODO DE PRACTICAR ESTA PIADOSA DEVOCIÓN


Para hacer este ejercicio, cada uno puede servirse de un rosario común de cinco decenas, recorriéndolo dos veces para formar las diez decenas, o sea la centena de Réquiem.
Se empieza rezando un Padrenuestro y después una decena de Réquiem en esta forma:

Dadles, Señor, el eterno descanso y haced lucir sobre ellas vuestra eterna luz.

En cada cuenta grande se dirá la jaculatoria y ofrenda siguientes:
JACULATORIA
Almas santas, almas purgantes, rogad a Dios por nosotros, que nosotros rogaremos por vosotros para que El os dé la gloria del paraíso.

OFRENDA
Padre eterno, os ofrecemos la sangre, pasión y muerte de Jesucristo, los dolores de la Santísima Virgen y los de San José, por la remisión de nuestros pecados, la libertad de las almas del Purgatorio y la conversión de los pecadores.
En seguida se rezan la segunda y demás decenas de Réquiem sobre las cuentas pequeñas, repitiendo la jaculatoria y la ofrenda sobre cada cuenta grande.

Acabadas las diez decenas, o sea la centena de Réquiem, se rezará la siguiente oración:
DE PROFUNDIS
Salmo CXXIX de David

Desde el profundo abismo de mis penas
a Ti clamo, Señor, de noche y día;
oye, mi Dios, los incesantes ruegos
de un corazón contrito que se humilla.
Estén gratos y atentos tus oídos
a mi voz lamentable y dolorida:
a Ti mis ayes y gemidos lleguen
pues a escucharlos tu piedad se inclina.
¿Si siempre airado tus divinos ojos
sobre las culpas de los hombres fijas,
quién estará confiado en tu presencia,
confundiéndonos sólo ante tu vista?
Más la eterna palabra de tu seno
que aplaque espero tus terribles iras;
porque son inefables tus promesas
y con tus gracias pecador invitas.
Así aunque mi alma acongojada gime
contemplando el rigor de tu justicia,
por tu palabra la indulgencia espera,
de que la hacen culpas tan indigna.
¡Oh pueblo electo! De mañana y noche,
en todos tus peligros y fatigas,
acógete al Señor con la confianza
que en su ley soberana nos intima.
Porque es inagotable su clemencia;
se muestra con los flacos compasiva;
de todas sus miserias los redime,
y siempre que le claman los auxilia.
Este Dios abrevie el tiempo
en que logre Israel su eterna dicha
cuando de tus pecados la liberte,
que con tanto rigor la tiranizan.
Encomendémonos ahora a las almas del Purgatorio y digamos:
¡Almas benditas! nosotros hemos rogado por vosotros que sois tan amadas de Dios y estáis seguras de no poderlo más perder: rogadle por nosotros miserables que estamos en peligro de condenarnos para siempre.
¡Dulce Jesús, dad descanso eterno a las benditas almas del Purgatorio!


DEVOCIÓN A LA VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO POR LAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO

SÚPLICAS A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO EN ALIVIO DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! tan grande es vuestra bondad, que no podéis descubrir miserias sin compadeceros. Mirad, os suplicamos, con caritativos ojos las afligidas almas que sufren en el purgatorio, sin poderse procurar alivio alguno en sus tremendas penas y moveos a compasión. Por vuestra piedad y por el amor que tenéis a Jesús, os pedimos, mitiguéis sus sufrimientos, y les procuréis eterno descanso. Pero ¡ah! ¡cuán dolorosa debe ser para vuestro maternal corazón, la conducta de innumerables cristianos, que dejan en el olvido las pobres almas del purgatorio! ¡Esperan nuestros sufragios y apenas hay quien se acuerde de ellas! ¡Oh María! dignaos inspirar a todos los fieles una tierna y viva compasión por nuestros hermanos difuntos; comunicadles un ardiente deseo de ofrecer por ellas obras satisfactorias, y ganar, en su favor, cuantas indulgencias les sean aplicables, a fin de que pronto vayan a gozar de Dios. Oíd ahora las súplicas que por ellas os hacemos:

Para que salgan de aquella tenebrosa cárcel. R/: imploramos tu perpetuo socorro, o Madre de bondad.

Para que Dios les perdone la pena de sus pecados,

Para que se abrevie el tiempo de sus sufrimientos,

Para que se apaguen sus llamas abrasadoras,

Para que un rayo de luz celestial ilumine sus horrendas tinieblas,

Para que sean consoladas en su triste abandono,

Para que alcancen alivio en sus penas y amargas angustias,

Para que su tristeza se cambie en perpetua alegría,

Para que se mitigue su ardiente sed de los bienes eternos,

Para que se llenen pronto sus deseos vivísimos de entrar en la gloria,

Por las almas de nuestros padres o hijos,

Por las almas de nuestros hermanos,

Por las almas de nuestros parientes,

Por las almas de nuestros amigos,

Por las almas de nuestros bienhechores,

Por las almas que sufren en aquellas llamas por culpa nuestra,

Por las almas de aquellos, que en su vida nos hicieron sufrir,

Por las almas más desamparadas,

Por las almas que sufren mayores tormentos,

Por las almas que están más cerca de entrar en el cielo,

Por las almas que durante su vida te han amado más a ti y a tu divino Hijo,

Por las almas de aquellos, que sufren hace más tiempo,

Por todas las benditas almas del purgatorio,

Por tu inefable misericordia,

Por tu inmenso poder,

Por tu maternal bondad,

Por tu incomparable maternidad,

Por tus preciosas lágrimas,

Por tus acerbos dolores,

Por tu santa muerte,

Por las cinco llagas de tu amado Hijo,

Por su sangre divina derramada por nosotros,

Por su dolorosísima muerte en el árbol de la Cruz,

Por qué se apliquen con abundancia a los difuntos las súplicas de los vivos,

Para que la gloriosa legión de los santos las socorra sin cesar,

Para que los nueve coros de los ángeles las reciban con regocijo,

Para que tus ojos maternales les echen una mirada de compasión,

Para que las haga felices la vista de tu divino Hijo,

Para que por la contemplación de la Santísima Trinidad sean bienaventuradas,

Para que se haga cada día más fervorosa nuestra devoción a las almas.

Para que se ofrezcan siempre más y más oraciones, indulgencias y obras satisfactorias para ellas,

Para que nosotros recibamos el premio eterno de nuestra devoción a las almas,

Para que las almas, que hayamos librado del purgatorio, hagan un día lo mismo con nosotros,

ORACIÓN
O Madre compasiva del Perpetuo socorro, mirad, os ruego, a esas afligidas almas que la justicia de Dios tiene sumergidas en las llamas del purgatorio. Ellas son caros objetos del amor de vuestro divino Hijo; ellas lo han amado durante su vida, y al presente se abrazan en deseos de verle y poseerle; pero no pueden romper sus cadenas por sí mismas, ni salir del fuego terrible que las devora. ¡Conmueva vuestro tierno corazón la vista de su dolor! Dignaos consolar esas almas que os aman y suspiran sin cesar por Vos; son hijas vuestras, mostrad que sois para ellas Madre del Perpetuo Socorro. Visitadlas, mitigad sus penas, abreviad sus sufrimientos y apresuraos a librarlas alcanzando de vuestro divino Hijo les aplique los méritos infinitos del santo sacrificio que por ellas se celebra. Amén.

Un credo por los devotos

LUNES A LAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO

LUNES CONSAGRADO EN SUFRAGIO DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO

INVOCACIÓN

Esposas muy queridas del Señor, que arrojadas en la cárcel de indecibles penas carecéis de la presencia del Amado, hasta que os parifiquéis, como el oro en el crisol, de las reliquias que os dejaron las culpas. Vosotras, que desde esas voraces llamas clamáis con mucha razón a vuestros amigos ¡misericordia! yo me compadezco de vuestro dolor, y quisiera tener caudal suficiente para satisfacer vuestra deuda; pero ya que soy más pobre que vosotras mismas, apelo a la piedad de los justos, a los ruegos de los bienaventurados, al tesoro de las indulgencias, a la intercesión de María Santísima y a la preciosa sangre de Jesucristo, para que por este medio logréis el deseado consuelo, y yo por vuestra intercesión gracia para arrepentirme de mis culpas, y al fin de la vida, la eterna gloria. Amén.

OFRECIMIENTO
¡Oh Jesús! siempre justo en la sentencia,
Por las almas benditas yo te ofrezco
Todo ayuno, vigilia o abstinencia,
Y cualquiera obra buena en que merezco.
Todo el rezo, el trabajo, la indulgencia,
Los trabajos que sufro y que padezco;
Y ofrezco por alivio en sus quebrantos
Los méritos de Cristo y de sus santos.

Aquí se rezan tres Padre nuestros gloriados por las tres horas que estuvo Jesucristo en la Cruz, y luego se dirán las siguiente:

PRECES
Dulcísimo Jesús, por aquella fervorosa oración, y por el copioso sudor de sangre que en el Huerto derramaste R/: Ten piedad y misericordia de las benditas almas Purgatorio.
Dulcísimo Jesús, por la cruel bofetada que sufrió tu venerable rostro, y por la paciencia con que la toleraste.

Dulcísimo Jesús, por los crueles azotes que descargaron en tu delicadísimo e inocente cuerpo por amor de nosotros.

Dulcísimo Jesús, por la penetrante corona de espinas que pusieron en tu venerable cabeza.
Dulcísimo Jesús, por los pasos que disteis en la calle de la Amargura con la cruz á cuestas, y por las dolorosas caídas que diste.
Dulcísimo Jesús, por tu santísimo rostro lleno de sangre, que dejaste impreso en el velo de la Verónica.
Dulcísimo Jesús, por la vestidura sangrienta que con violencia te desnudaron los sayones.
Dulcísimo Jesús, por tu santísimo cuerpo estirado, y miembros atormentados en la cruz.

Dulcísimo Jesús, por tus santos pies y manos clavados con duros clavos en la cruz.

Dulcísimo Jesús, por tu santo costado abierto al golpe de una lanza, de donde manó sangre y agua.

ORACIÓN
Dios eterno, por tu inmensa clemencia en el nombre de Hijo Jesucristo y por los méritos de su pasión santísima, te suplico concedas eterno descanso a las afligidas almas que están detenidas en las acerbísimas penas del purgatorio, que fueren del agrado y elección de María Santísima Señora mía, para que cuanto antes gocen de la bienaventuranza eterna como lo desean. También te pido humildemente, Dios mío, en nombre del mismo Jesucristo Hijo tuyo, y Redentor del mundo, que perdonéis los pecados que yo y todos los vivientes hemos cometido; que a todos nos deis verdadero arrepentimiento para enmendarnos y observar vuestra divina ley, con auxilios de gracia, aquellos que necesitamos para mejor serviros en esta vida, y alabaros en la eterna gloria que esperamos por tu infinita misericordia. Amén.
Luego se encomienda una Salve a María Santísima en sufragio de las benditas almas del Purgatorio, y se termina del modo siguiente:

ANTÍFONA: Señor, pecamos de que nos pesa; tened misericordia de nuestras almas, y descansen en paz las del purgatorio: auméntese y tenga perfecta paz y unión la cristiandad; extírpense y conviértanse todos los herejes a nuestra Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana, cuyas necesidades sean socorridas superabundantemente, y todo sea en honra y gloria de la Santísima Trinidad.

L/: Oí una voz del Cielo que decía:
R/:
Bienaventurados aquellos que en gracia de Dios acaban.

ORACIÓN: Oh Dios Criador y Redentor de todos los fieles, concede a las almas de tus siervos y siervas, la remisión de todos sus pecados para que consigan por las piadosas oraciones de tu Iglesia, la indulgencia y el perdón que siempre desearon: por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Oración los fieles difuntos
¡Padre Eterno, soberano Dios!
Envía a tus ángeles a sacar del purgatorio a esta alma
por quien es mi intención rogar;
te suplico la lleves a tu gloria,
y os pido Señor que
la parte que falta de satisfacer por sus culpas,
la perdones por los méritos de las penas de tu Hijo,
mi Señor Jesucristo.
Os ruego mi Creador misericordioso,
no seas riguroso en mi juicio
y no nos dejes caer en la tentación,
librándonos de todo mal.
Amén.
Oración a las ánimas
¡Dios salve a las ánimas cristianas!
Jesucristo que nos redimió con su preciosa Sangre,
tenga por bien librarlos de sus penas
y darles lugar y asiento entre los coros de los ángeles,
donde se acuerden de nosotros,
y supliquen a Dios que nos lleve junto a Él
para ser coronados en el Cielo.
Amén.

Oración por las almas
Señor mío Jesucristo,
que no viniste a perder,
sino a librar las almas de los hombres,
de quienes te constituiste remedio y libertad
dando tu vida por su rescate;
humildemente imploramos tu clemencia
y misericordia inefables,
para que te apiades
de todas las almas de los fieles difuntos
que son atormentados en las penas del purgatorio,
a fin de que las que justamente
son por sus pecados afligidas,
sean por tu benignidad perdonadas,
pues las has redimido con tu preciosa sangre,
consigan por los méritos
e intercesión de la Santísima Virgen María
y de todos tus Santos,
que las liberes de las penas que sufren
y las lleves a la gloria,
donde te alaben y gocen
por los siglos de los siglos.
Amén.

TRIDUO A LAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO

TRIDUO
EN SUFRAGIO DE LAS BENDITAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO

Con Licencia Eclesiástica
Guatemala, 1935

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Oh Padre Eterno, que, para salvar a las almas, quisiste que vuestro Unigénito Hijo, hecho hombre, se sujetase a la vida más pobre y mortificada, y derramase en la cruz toda su sangre por nuestro amor, compadeceos de las pobrecitas Ánimas del Purgatorio, libradlas de aquellas horrorosas llamas. Por medio del Sagrado Corazón de Jesús y por los dolores de su Santísima Madre, os ofrezco en sufragio de todas ellas, las buenas obras y los actos heróicos de cuantos justos han existido en la tierra. Miradnos a todos con ojos de compasión y haced que celebremos un día vuestras misericordias en el eterno descanso de la gloria. Amén.

DÍA PRIMERO
ORACIÓN

¡Oh Señor y Dios Omnipotente, que contemplasteis a vuestro Hijo Santísimo, caminar hacia el Calvario con la Cruz a cuestas, en medio de dos malhechores, soldados y sayones en dos filas y entre oleadas de gente que de todas partes acudían a presenciar el sangriento espectáculo! Así, Jesús mío, quisiste expiar los malos pasos que yo di hacia el pecado con los dolorosos que Vos disteis hacia el sagrado monte, mis recaídas con vuestras lastimosas caídas, y mis liviandades con el sudor y sangre que derramasteis por nuestro amor. Aceptad ¡Oh Padre Eterno! Estos trabajos de vuestro dulcísimo Hijo, en satisfacción de mis pecados, y en sufragio de las benditas Ánimas del Purgatorio, y en particular de la más rica en méritos para con Vos, y llevadlas cuantos antes al descanso eterno. Amén.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.

ORACIÓN FINAL
Oh Dios, que perdonas generosamente a los pecadores y deseas la salvación de los hombres, imploramos tu clemencia, a fin de que por la intercesión de la Virgen María y de todos los Santos, concedas a nuestros hermanos, parientes y bienhechores, que han salido de este mundo, llegar a la bienaventuranza. Amén.

DÍA SEGUNDO
ORACIÓN

¡Oh Señor y Padre mío amantísimo! Por el Precioso Cuerpo y Sangre de vuestro Santísimo Hijo, que, en la noche de su Pasión dolorosa, dio en comida y bebida a sus Apóstoles, y dejó a toda la Iglesia en sacrificio perpetuo y vivífico alimento de los fieles, os suplico humildemente que tengáis compasión de las pobrecitas almas del Purgatorio, y por las fervorosas oraciones de vuestros escogidos, las saquéis de aquellas voraces llamas, en especial a la que más se distinguió por su amor al Santísimo Sacramento, para que con vuestro Hijo Divino y el Espíritu Santo, os alaben y bendigan eternamente en la gloria. Amén.

DÍA TERCERO
ORACIÓN

¡Oh Dios de bondad y misericordia! ¡Que tormentos tan crueles fueron los de vuestro Santísimo Hijo en la cruz! Duros clavos taladraron sus pies y manos, agudas espinas traspasaron su sagrada cabeza, amargada con hiel la boca, abiertas cada vez más las heridas con el peso del sagrado cuerpo y hecho un retablo de dolores, fueronsele anublando los ojos y palideciendo el rostro con la palidez de la muerte, hasta que, por fin, exhalando un gran suspiro, entregó su espíritu en nuestras manos. Ahora, Dios mío, espero mas que nunca el perdón de mis pecados, y esperan las almas del Purgatorio su rescate y libertad. Concédesela Señor, y apagad la sed ardentísima que tienen de veros en el cielo, de reinar con Vos y bendeciros eternamente. Amén.

Concedidos a las oraciones del Triduo, 100 día de indulgencia para cada día que lo conforma.