NOVENA EN HONOR Y GLORIA DEL ESPÍRITU SANTO. DÍA 2.

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Que podrá rezarse en cualquier tiempo del año, principalmente en la octava de Pentecostés, o antes de emprender algún negocio de trascendencia, y también para alcanzar de Dios el remedio en alguna vicisitud. Su contenido en su mayor parte, está extractado de la obra del ABATE GAUME sobre el Espíritu Santo y ordenado por un sacerdote del Arzobispado de México, y Profesor del Seminario.
Gobierno Eclesiástico del Arzobispado de México. — México, 7 de Abril de 1903. —Concedemos ochenta días de indulgencias a todos los fieles de nuestra Diócesis, por cada día que, con las disposiciones debidas, recen la Novena al Espíritu Santo, presentada a este Gobierno Eclesiástico para su censura y aprobación por el Sr. Pbro. Dr. D. Manuel Estraguez. El Hmo. Señor Arzobispo así lo decretó, y de ello doy fe. —Gerardo M. Herrera, Secretario.


DECRETO DEL PAPA LEON XIII

Sobre la novena del Espíritu Santo.
Decretamos y mandamos que, por todo el orbe católico, en este y en los años sucesivos, se rece una novena antes de Pentecostés en todas las parroquias, y, si los ordinarios lo creyeran oportuno, en las demás iglesias y oratorios.


Indulgencias papales:

Concedemos a todos los que recen dicha novena, y pidiendo a Dios por nuestra intención, una indulgencia de siete años y siete cuarentenas, una vez al día; además, una indulgencia plenaria, en cualquier día de la Novena, en el día de Pentecostés o en alguno cualquiera de la Octava, con tal que se hayan recibido los Sacramentos de la Penitencia y Eucaristía, y se pida según nuestra intención.

Queremos, por otra parte, que todo los que estuvieren legítimamente impedidos de asistir a la Novena, o que se hallen en lugares donde, a juicio del ordinario, no se puede convenientemente practicar la Novena en alguna Iglesia, puedan ganar las mismas indulgencias, rezándola privadamente y con tal que se cumpla con las otras condiciones.

Por último: concedemos gustosa y perpetuamente, del Tesoro de la Iglesia, al que, durante la Octava de Pentecostés hasta la Dominica de Trinidad INCLUSIVE, ofreciere también, pública ó privadamente, algunas oraciones de su devoción, al Espíritu Santo, y cumpliere con las precitadas condiciones, que gane por segunda vez cada una de las indulgencias ya expresadas. Y concedemos, que las mismas indulgencias sean aplicables en sufragio de los difuntos.

LEON XIII PAPA.
De la Encíclica, publicada 9 de Mayo de 1897.


DEDICATORIA A NUESTRA MADRE SANTISIMA DE GUADALUPE

¡A Tí, celestial princesa, más graciosa y bella que todas las hijas de Sión! A Tí, Augusta Reina del Tepeyac, Emperatriz excelsa del Universo y tutelar soberana de este nuevo mundo, Esposa divina de Dios Espíritu Santo: Tú, que hiciste con este pueblo mexicano la mayor de las maravillas, al obsequiarle con tu mismísimo retrato en tu aparición portentosa al bendito Juan Diego, en cuyo prodigio creo y creeré hasta el postrer aliento de mi vida: á Tí, digo, y postrado con rendimiento ante tu soberana presencia, te ruego é imploro que te dignes bendecir este pequeño trabajo y que bondadosa lo aceptes como un pequeño tributo del amor filial que te profeso y en parcial recompensa de los mil favores que yo te debo.

Bendice también, Madre mía Santísima, a todos aquellos que rezaren esta novena con piadoso y devoto espíritu, y alcánzales de tu divino Esposo Dios Espíritu Santo, las gracias que por tu intercesión le pidieren; y haz, Señora, que se aumente la devoción, hoy día tan decaída, hacia la tercera persona de la Trinidad Santísima, para que triunfe la fe, y la sociedad actual se vea libre de los males que la amenazan, con la impiedad y malicia de los descreídos y las falsas teorías del siglo en que vivimos. Así sea.

Acto de contrición, ofrecimiento, himno y oración. (Para todos los días).

Creo en Dios Padre, mi Creador; creo en Dios Hijo, mi Redentor; creo en Dios Espíritu Santo, mi Salvador: tres personas distintas y un solo Dios, verdadero: en Él espero como verdad infalible en sus promesas; a Él amo como a la suma bondad, más que a todas las cosas y criaturas y me pesa de todo corazón de haberle ofendido; no sólo por ser tan bueno, sino también por su justicia, y por el temor del infierno y de perder el cielo. Así ofrezco a mi Dios todo cuanto en mi vida hiciere y padeciere en satisfacción de mis culpas. A Vos, oh Espíritu Santo, dispensador de todas las gracias, una os pido ahora en particular, que es: la de hacer como debo y quiero esta santa Novena, que a honra y gloria vuestra dedico, a la de la Agustísima Trinidad y de vuestra divina Esposa, la Inmaculada Virgen María, y pido en ella el aumento de vuestro culto; por la intención del Romano Pontífice, por su salud y prosperidad y por la de los demás Obispos, sacerdotes y fieles; por el triunfo de la fe católica, conversión de los infieles herejes y pecadores; por la salud de los enfermos, redención de los cautivos, alivio de las almas del purgatorio y por el bien espiritual y temporal de todos mis deudos, bienhechores, amigos y enemigos; por la prosperidad y acierto de los gobernantes y por todos los demás fines que pide la Santa Iglesia. Amén.

HIMNO SAGRADO (para todos los días).

Venid, ¡oh Santo Espíritu!
y desde el cielo enviadnos,
con su fulgor espléndido
un rayo abrasador.


¡Oh Padre de los míseros!
dispensador de bienes,
venid, y vuestras ráfagas
den luz al corazón.

Consolador magnánimo,
del alma dulce huésped,
sed Vos el refrigerio
que calme nuestro afán.

En las fatigas horridas
Vos sois nuestro descanso,
templáis las estaciones
y el llanto mitigáis.


¡Oh luz del cielo fúlgida!
llenad los corazones
de vuestros fieles siervos
con vivo resplandor.

Sin Vos ni somos átomos,
el hombre es ser impuro,
y nada en él existe
si no viene de Vos.

Regad todo lo árido,
purificad las manchas
y aquello que está enfermo,
sanad, Señor, sanad.

Doblad todo lo rígido,
calor dad a los hielos,
y lo que está desviado
dignaos enderezar.

A vuestros fieles súbditos,
que en vos tienen confianza,
el sacro septenario
de vuestros dones dad.

De la virtud el mérito,
de la salud la gracia,
de Vos tengamos todos,
y el goce perennal.
Amén. ¡Aleluya!


Venid, Espíritu Santo, llenad los corazones de vuestro amor.

Enviad, ¡oh Señor, vuestro Espíritu y renovaréis la faz de la tierra.


ORACIÓN

¡Oh Dios!, que habéis iluminado é instruido el corazón de los fieles con la luz del Espíritu Santo, haced, Señor, que en el mismo Espíritu sepamos siempre apreciar el bien y ser llenos de vuestros consuelos divinos, por Cristo Nuestro Señor. Amén.

SEGUNDO DÍA

Venid, Dispensador de dones.

PUNTO PRIMERO.

Considera, cristiano carísimo, como el Espíritu Santo, compadecido de la caída de nuestros primeros padres y de las miserias ocasionadas por ella a todo el género humano, coopera eficazmente a la creación de la segunda Eva, madre y guía de los mortales, que ha vencido a la serpiente; le aplastó su cabeza, y confundió el poder y astucia del ángel de las tinieblas. Pondérese aquí el don de tan inmenso valor que ese divino Espíritu nos prepara, y cuán grande sea la dicha de los hijos de la nueva Eva y los poderosos motivos que a todo cristiano obligan a tributar gracias, culto y homenaje a la tercera persona dé la Trinidad Beatísima.

PUNTO SEGUNDO.

A considerar la magnitud del beneficio que recibimos conviene también ponderar la suma bondad y grandeza de aquel de quien se recibe los motivos que le mueven a concederlo. Así el Espíritu Santo es la misma grandeza de Dios, la bondad por excelencia e igual en todo al Padre y al Hijo, de quienes procede según la fe. Y siendo Dios Trino, todo candad, según el apóstol San Juan, ésta se derrama sobre nosotros por el mismo divino Espíritu, según nos dice San Basilio: TODO CUÁNTO POSEEN LAS CRIATURAS DEL CIELO Y DE LA TIERRA EN EL ORDEN NATURAL Y DE LA GRACIA LES VIENE DEL ESPÍRITU SANTO. Altísimo don de Dios, lo titula la Santa Madre Iglesia. Y así como Él procede del Padre y del Hijo por amor, por el mismo atributo derrama sobre nosotros, el divino Espíritu, todas las gracias que recibimos, comenzando por enviarnos a la segunda Eva, María Santísima amparo, consuelo y Madre de todos nosotros.

PUNTO TERCERO

Considera, lector carísimo, cómo y de qué manera el Espíritu vivificador, riega y fecundiza los campos yermos y estériles de nuestras almas, restaurándolas a la vida de la gracia por medio de los Santos Sacramentos, y las convierte en vergeles divinos y templos de sí mismo. Pondera como esos siete dones, de que nos habla Isaías, han fecundado toda la tierra a manera de caudalosos ríos, como aquellos que regaban el Paraíso, durante la inocencia de nuestros primeros padres. ¿Cuántas almas subieron al cielo, que en este mundo practicaron virtudes de todo género, desde los patriarcas y profetas de la antigua ley hasta los mártires, vírgenes y confesores de la ley de gracia? Lee y relee las crónicas de los justos, la vida de los santos y los triunfos de los mártires en toda la redondez del globo, para que más y más comprendas el influjo del divino Espíritu, lo ames, le sirvas y le veneres como Dios dispensador de todos los dones.

ORACIÓN:

¡Oh Dios Espíritu Santo: fuente de todas las gracias y centro del amor divino! Mil veces me confundo al considerar mi extremada miseria, necedad y tibieza. Siendo Vos tan rico y generoso, yo me olvido de Vos y perezco en la inercia, tedio y pobreza de las virtudes. ¡Ah! cuán diferente, Dios mío, fué la conducta de los santos y santas que escalaron el Paraíso, siendo de la misma naturaleza que yo, y quizá tuvieron que vencer mayores obstáculos para salvarse. No, divino Espíritu, no permitáis que, se pierda mi alma. Concededme, os ruego, la gracia de vuestros dones; y un amor eterno hacia Vos y hacia vuestra divina Esposa, la Virgen María, para que, valido de vuestro divino auxilio, os sirva como los santos y os vea y posea eternamente. Amén.

—Se rezarán aquí tres Padrenuestros y Avemarías, en honor de la Santísima Trinidad.

—Tres veces Santo, Santo, Santo y divino Espíritu, Dios Inmortal.

—Y se responderá: Líbranos siempre de todo mal.


ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA

Sacratísima Virgen y Madre mía María: yo, la más vil, ingrata y necia de todas las criaturas, quiero en este día hacer un pacto con Vos. Desde que el Espíritu Santo os eligió para ser el terror del infierno, segunda Eva y Madre del género humano, creo firmemente que Vos sois la Reina más poderosa del Universo y la abogada más portentosa de los mortales. Quiero pues, de hoy en adelante, ser vuestro en el tiempo y en la eternidad: y que Vos seáis mi Madre, mi Reina y Soberana, después de Dios. Os lego así mi alma, vida y corazón, únicas prendas que poseo. Alcanzadme de Vuestro divino Esposo la gracia que necesito para cumpliros mis promesas y seros fiel hasta la muerte. Amén.

—Se reza una Salve, tres Avemarías y Gloria.

Jaculatoria

V-— ¡Oh María concebida sin pecado!

R. Rogad por nosotros que recurrimos a Vos!

VENI CREATOR
HIMNO POR: MONSEÑOR GAUME

Ven, Creador Espíritu,
Visita nuestras almas,
Llenando a tus criaturas
De gracia celestial.
Consolador benéfico,
Del Altísimo dádiva,
Viva fuente, amor, fuego,
Y unción espiritual.
De la paterna mano
Promesa soberana,
Los labios enriqueces
Con ciencia de verdad.
Ilustra los sentidos,
De amor el pecho inflama,
Fortaleciendo el cuerpo
Con virtud perennal.
Ahuyenta al enemigo
Y paz infunde al alma:
Siendo Tú nuestro guía
Huiremos todo mal.
Logremos por ti al Padre
Y al Hijo venerar
Y a ti, de ambos Espíritu,
Creer en toda edad.
A Dios Padre la gloria
Y al Hijo sea dada,
Y al Paráclito Espíritu
Por Una eternidad. —Amén.

En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.