TRADICIONALISTAS CON SU SANTIDAD FRANCISCO
Su Beatitud Gregorio III ha demostrado junto a otros patriarcas ortodoxos, que se puede ser Tradicionalista, en amor y obediencia al Santo Papa Francisco.
QUE TODOS SEAN UNO, lo digo con San Juan Pablo II y con sus santos sucesores, Dios es amor y misericordia, y cada católico tiene el poder y la misión de ser instrumento de paz.
A Jesucristo no le gusta el espíritu cismático, los hermanos de los ritos orientales y ortodoxos, los verdaderos tradicionalistas, dan testimonio de cercanía y obediencia a los Santos Sucesores de PEDRO.
El tener una preferencia por el Rito Tradicional, o las lenguas originarias, no da licencia para insultar y desacatar al Santo Padre Francisco, por el contrario la principal tradición a la que hay que ser Fiel es el Evangelio, donde Jesucristo designó a San Pedro, para dirigir su única Iglesia, a la que prometió asistir hasta el fin de los tiempos, un ministerio de dirección que existirá mientras exista la Iglesia, desde que el Señor encontró este discípulo lo predestinó: “... Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas» que quiere decir, Piedra". (Juan 1,42).
Y luego ante una pregunta de Jesús y frente a las diferentes opiniones sobre su personalidad, Simón fue el único discípulo que dio su personal opinión: “Tu eres el Mesías” y ante su primera respuesta infalible por revelación de Dios Padre, Jesús otorga ese rango especial: “Y yo a mi vez te digo que tú eres (Cefas) Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos”. (Mateo 16,18-19). “Y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación” ( Marcos 16,15).
Cristo al darle la misión de confirmar la fe de toda la Iglesia, le promete, interceder por él, para que su fe no desfallezca, por eso el Papa es infalible en los asuntos de fe, porque cuenta con la ayuda especial de Dios, para cumplir su magisterio de interpretar y difundir las Escritura a la luz del Espíritu Santo y guiarnos por camino seguro: «¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.» (Lucas 22,31-32). Como vemos entre los apóstoles solo a Pedro se le da el poder y la misión de confirmar en la fe a los creyentes en Cristo, y por eso Cristo ruega por él, para que no equivoque nunca en los asuntos referentes a la fe.
Pedro y los demás Papas siguen siendo hombres, con defectos, virtudes y con necesidad de la misericordia divina, porque a pesar de su investidura y misión están en un proceso de perfección al igual que todo cristiano, recurren frecuentemente al sacramento de la confesión ante otros sacerdotes, pero cuando obran en Nombre de Cristo como Piedra de la Iglesia, para dirigirla son infalibles en los aspectos de Fe por la garantía de Cristo, que le encomienda confirmar la fe de sus hermanos y por eso el Primer Papa empieza una de sus cartas de esta forma: "Simeón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo les ha cabido en suerte una fe tan preciosa como la nuestra” (II Pedro 1,1).
QUE TODOS SEAN UNO, lo digo con San Juan Pablo II y con sus santos sucesores, Dios es amor y misericordia, y cada católico tiene el poder y la misión de ser instrumento de paz.
A Jesucristo no le gusta el espíritu cismático, los hermanos de los ritos orientales y ortodoxos, los verdaderos tradicionalistas, dan testimonio de cercanía y obediencia a los Santos Sucesores de PEDRO.
El tener una preferencia por el Rito Tradicional, o las lenguas originarias, no da licencia para insultar y desacatar al Santo Padre Francisco, por el contrario la principal tradición a la que hay que ser Fiel es el Evangelio, donde Jesucristo designó a San Pedro, para dirigir su única Iglesia, a la que prometió asistir hasta el fin de los tiempos, un ministerio de dirección que existirá mientras exista la Iglesia, desde que el Señor encontró este discípulo lo predestinó: “... Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas» que quiere decir, Piedra". (Juan 1,42).
Y luego ante una pregunta de Jesús y frente a las diferentes opiniones sobre su personalidad, Simón fue el único discípulo que dio su personal opinión: “Tu eres el Mesías” y ante su primera respuesta infalible por revelación de Dios Padre, Jesús otorga ese rango especial: “Y yo a mi vez te digo que tú eres (Cefas) Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos”. (Mateo 16,18-19). “Y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación” ( Marcos 16,15).
Cristo al darle la misión de confirmar la fe de toda la Iglesia, le promete, interceder por él, para que su fe no desfallezca, por eso el Papa es infalible en los asuntos de fe, porque cuenta con la ayuda especial de Dios, para cumplir su magisterio de interpretar y difundir las Escritura a la luz del Espíritu Santo y guiarnos por camino seguro: «¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.» (Lucas 22,31-32). Como vemos entre los apóstoles solo a Pedro se le da el poder y la misión de confirmar en la fe a los creyentes en Cristo, y por eso Cristo ruega por él, para que no equivoque nunca en los asuntos referentes a la fe.
Pedro y los demás Papas siguen siendo hombres, con defectos, virtudes y con necesidad de la misericordia divina, porque a pesar de su investidura y misión están en un proceso de perfección al igual que todo cristiano, recurren frecuentemente al sacramento de la confesión ante otros sacerdotes, pero cuando obran en Nombre de Cristo como Piedra de la Iglesia, para dirigirla son infalibles en los aspectos de Fe por la garantía de Cristo, que le encomienda confirmar la fe de sus hermanos y por eso el Primer Papa empieza una de sus cartas de esta forma: "Simeón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo les ha cabido en suerte una fe tan preciosa como la nuestra” (II Pedro 1,1).