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Debemos de bendecir, siempre debemos de bendecir.

Domingo 2 de Marzo de 2014

Las bendiciones son un bien extraordinario, para el que la dá y para el que la recibe. Ante las bendiciones el demonio huye, tiene que huir.

Del Evangelio diario meditado (catholic.net):

"Del santo Evangelio según san Marcos 10, 13-16

Le presentaban unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían. Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él». Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos.

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Meditación del Papa Francisco

"Los discípulos proponían "una bendición general y después todos fuera", pero ¿qué dice el Evangelio? Que Jesús se indignó diciendo "dejad que vengan a mí, no se lo impidáis. A quien es como ellos pertenece el Reino de Dios". La fe del pueblo de Dios es una fe sencilla. Por ejemplo, quizá no sabe explicar bien quién es la Virgen, pero para esto hay que ir al teólogo: te explicará bien quién es María. Pero, si tú quieres saber cómo se ama a María, ve donde el pueblo de Dios que te lo enseñará mejor y bien. Es un pueblo que siempre se acerca para pedir algo a Jesús y algunas veces también con un poco de insistencia.
Recuerdo una vez durante la fiesta patronal de la ciudad de Salta, una señora humilde pedía a un sacerdote la bendición. El sacerdote le dijo: "Pero señora, usted ha estado en la misa!" Y luego le ha explicado toda la teología de la bendición en la misa. "Ah, gracias padre, sí padre", respondió la señora. Pero cuando el sacerdote se fue la señora se dirigió a otro sacerdote: "Deme la bendición". Todas aquellas palabras no entraron en ella porque tenía otra necesidad, la necesidad de ser tocada por el Señor. Esta es la fe que buscamos y que debemos encontrar siempre porque la suscita el Espíritu Santo. Nosotros debemos facilitarla, hacerla crecer, ayudarla a crecer". (S.S. Francisco, 25 de mayo de 2013, homilía en misa matutina en la capilla de Santa Marta)."

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